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Nueva Delhi y Islamabad han protagonizado el peor episodio de violencia en dos décadas, luego de un intercambio de ataques aéreos y disparos fronterizos que ha dejado al menos 45 muertos entre civiles y militares en ambos países. La tensión comenzó tras un presunto ataque con drones y misiles lanzado por Pakistán durante la noche, al que India respondió con la destrucción de sistemas de defensa aérea en Lahore.
Según el Ministerio de Defensa indio, Pakistán intentó impactar varios objetivos militares en las regiones de Jammu y Cachemira, Punjab y Gujarat. Las fuerzas armadas indias aseguraron que neutralizaron los ataques iniciales, y posteriormente destruyeron radares y sistemas defensivos enemigos. El comunicado oficial indica que las acciones fueron proporcionales y dentro del mismo ámbito que las agresiones recibidas.
Por su parte, el ejército pakistaní aseguró haber derribado 25 drones indios de fabricación israelí, y confirmó que al menos un objetivo militar fue alcanzado cerca de Lahore, dejando varios soldados heridos. Además, se reportaron explosiones en esa ciudad y la suspensión temporal de operaciones en los aeropuertos de Karachi, Islamabad y Lahore.
Pakistán denunció la muerte de 31 civiles por fuego indio, mientras India informó la muerte de 13 civiles y un soldado por ataques desde el otro lado de la frontera. La escalada ocurre en medio de acusaciones mutuas tras un atentado en Pahalgam, Cachemira, en el que murieron 26 personas. Nueva Delhi responsabiliza al grupo extremista Lashkar-e-Taiba, mientras Islamabad niega implicación y exige una investigación internacional.
Ambos gobiernos han declarado su derecho a responder ante agresiones, pero han expresado públicamente su rechazo a una guerra abierta. Mientras tanto, distritos fronterizos en ambos países permanecen en alerta máxima, y actores internacionales, como Irán y Estados Unidos, han instado a la moderación.
Los analistas consideran que, pese a los enfrentamientos, ambas potencias nucleares buscarán evitar una escalada mayor. No obstante, el intercambio de misiles, drones y fuego de artillería refleja el alto nivel de tensión y la fragilidad de la paz en la región.
