Haití contrata a Erik Prince, fundador de Blackwater, para combatir pandillas con drones armados

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La decisión genera preocupación internacional por el historial de operaciones paramilitares de Prince; drones ya están en uso desde marzo

Puerto Príncipe, Haití – En un intento por contener la grave crisis de seguridad que asfixia a Haití, el gobierno de ese país ha contratado los servicios del polémico empresario estadounidense Erik Prince, fundador de la desaparecida firma de seguridad Blackwater Worldwide, según reveló este miércoles The New York Times y confirmaron fuentes haitianas y estadounidenses.

El acuerdo contempla la formación de un grupo especial que operará drones armados con el objetivo de atacar a cabecillas de las violentas bandas armadas que controlan gran parte del territorio haitiano, especialmente en la capital.

Una medida desesperada ante un Estado colapsado

Desde hace más de dos años, Haití vive un colapso institucional y una escalada de violencia sin precedentes, con el control territorial dividido entre facciones criminales que extorsionan, secuestran y asesinan a diario. La contratación de Prince, un actor ampliamente conocido en el mundo de la seguridad militar privada, refleja el grado de desesperación del gobierno haitiano, que carece de fuerzas de seguridad eficaces.

Según el reportaje del Times, el equipo de Prince comenzó a desplegar drones en marzo de 2025, aunque no se han divulgado resultados concretos sobre bajas o capturas de figuras claves dentro de las pandillas.

¿Quién es Erik Prince? Un pasado que genera alarma

Erik Prince es una figura controvertida en el ámbito de la seguridad global. Fundó Blackwater, una empresa militar privada que operó con contratos millonarios durante la guerra de Irak, hasta que fue disuelta tras varios escándalos, incluyendo la matanza de civiles en Bagdad en 2007, por la cual cuatro de sus empleados fueron condenados.

Su nombre ha estado vinculado a operaciones en África, Medio Oriente y América Latina, y ha sido acusado de violar embargos internacionales por la venta de armas y entrenamiento paramilitar. Su participación en Haití ha levantado alertas entre organismos de derechos humanos y diplomáticos, quienes temen que el uso de contratistas privados agrave aún más la ya frágil situación del país.

Washington monitorea de cerca el acuerdo

Aunque el gobierno estadounidense no ha aprobado oficialmente el contrato con Prince, funcionarios en Washington han confirmado que están al tanto de la operación. Expertos en seguridad y relaciones internacionales han señalado que la implicación indirecta de Estados Unidos en acciones armadas a través de figuras como Prince puede tener consecuencias legales y éticas.

“Este tipo de intervención privatizada socava el principio de soberanía y puede abrir la puerta a violaciones de derechos humanos”, advirtió un exfuncionario del Departamento de Estado citado por The New York Times.

Reacciones divididas dentro de Haití

Dentro del país caribeño, la reacción ha sido mixta. Algunos sectores ven la medida como una acción necesaria ante un Estado virtualmente fallido y una policía nacional superada por la violencia. Otros, sin embargo, alertan sobre la falta de transparencia y control sobre una fuerza mercenaria con capacidad de fuego autónoma.

Una nación sitiada por las bandas

Más del 60% de Puerto Príncipe está bajo control de pandillas, según estimaciones de la ONU. Los grupos criminales manejan rutas de tráfico, extorsionan comunidades enteras y han forzado el cierre de escuelas, hospitales y negocios.

A pesar de los esfuerzos internacionales por conformar una fuerza multinacional liderada por Kenia, la respuesta ha sido lenta y aún no se ha concretado un despliegue efectivo.

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