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Southampton, Reino Unido. – La historia de Paul Davis, un ciudadano británico de 43 años, ha encendido las alertas sobre los peligros de la manipulación digital y las estafas alimentadas por inteligencia artificial. Davis, desempleado y con una vida marcada por la soledad, fue engañado durante cinco meses por delincuentes cibernéticos que suplantaron la identidad de la actriz Jennifer Aniston con sofisticados métodos digitales.
El caso, documentado por el diario The Sun, detalla cómo Davis fue convencido de que la reconocida estrella de televisión se había enamorado de él. A través de videos falsos, audios generados por inteligencia artificial, mensajes diarios y hasta una supuesta licencia de conducir de la actriz, los estafadores construyeron una narrativa emocional que convenció a Davis de su autenticidad.
En medio de esta relación virtual, la supuesta Aniston le solicitó ayuda económica para saldar una deuda con Apple. Davis accedió y transfirió tarjetas de regalo por un valor de 270 dólares, convencido de estar actuando en apoyo a alguien a quien creía amar.
El esquema de fraude no se limitó a la falsa actriz. Durante el mismo periodo, Davis también fue contactado por supuestos Elon Musk y Mark Zuckerberg, en un intento por reforzar la credibilidad de la historia y mantenerlo inmerso emocionalmente. El bombardeo constante de mensajes y la personalización del contenido dificultaron que Davis detectara la farsa.
La estafa pone de relieve el creciente uso de la inteligencia artificial en delitos cibernéticos. Los criminales lograron imitar con precisión la voz y gestos de celebridades, generando contenido visual y auditivo prácticamente indistinguible para una víctima sin herramientas de verificación avanzadas.
Tras descubrir la verdad, Davis expresó sentirse devastado y avergonzado. Admitió que, a pesar de haber enfrentado intentos de estafa anteriores, la complejidad y realismo de esta experiencia superaron su escepticismo. Su caso resalta la vulnerabilidad de personas solas ante el poder de las nuevas tecnologías aplicadas con fines maliciosos.
La historia de Paul Davis es una advertencia sobre los riesgos de confiar en vínculos emocionales formados exclusivamente en el entorno digital. En un mundo donde las emociones pueden ser manipuladas con herramientas cada vez más realistas, la necesidad de educación digital, prevención y acompañamiento psicológico se vuelve crucial para proteger a los más expuestos.