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East Rutherford, New Jersey. — El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, protagonizó un inesperado momento este domingo durante la final del Mundial de Clubes celebrada en el estadio MetLife, donde el Chelsea FC se coronó campeón tras vencer al Paris Saint-Germain.

Trump, que se encontraba presente en la ceremonia de premiación, permaneció en el centro del campo junto a los jugadores, levantando el puño al aire, celebrando ante las cámaras internacionales y negándose a retirarse del círculo central incluso cuando el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, intentó hacerlo salir con gestos discretos.
Del protocolo al protagonismo: el show de Trump en la premiación
Aunque ya había cumplido con su rol protocolar al entregar las medallas y la copa al conjunto inglés, Trump decidió quedarse entre los jugadores mientras el confeti y las bengalas llenaban el estadio, convirtiendo un momento de celebración futbolística en una postal política inesperada, captada por los medios globales.

El mandatario estadounidense parecía disfrutar del foco mediático, sonriendo y saludando a los fanáticos mientras los jugadores del Chelsea festejaban su victoria.
Un acercamiento político al deporte más popular del planeta
El gesto no pasó desapercibido. Con el Mundial de la FIFA 2026 a solo un año de celebrarse en Estados Unidos, México y Canadá, Trump parece haber entendido el potencial político y simbólico del fútbol (soccer) en un país donde este deporte sigue en auge, especialmente entre comunidades de inmigrantes.
“Trump no suele participar activamente en estos eventos, pero siempre intenta atribuirse el mérito de todo lo que es popular”, dijo a Clarín Stefan Szymanski, profesor de Gestión Deportiva en la Universidad de Michigan.
“Tuvo una participación limitada en la adjudicación de la competición a Estados Unidos en 2017, durante su primer mandato, pero hoy entiende que el fútbol es el deporte más popular del mundo y que puede beneficiarse de ser el anfitrión”, agregó.
Contradicciones en el centro del campo
La escena resulta especialmente llamativa si se considera que Trump ha mantenido durante años posturas restrictivas hacia la inmigración, ha limitado el ingreso de ciudadanos de diversos países y ha endurecido políticas contra comunidades extranjeras que, en muchos casos, constituyen la base más apasionada del fútbol en Estados Unidos.
El acto simbólico de apropiarse del momento culminante del torneo parece ser parte de una estrategia de reposicionamiento político frente a un electorado más amplio y joven, de cara al impacto que el Mundial 2026 puede tener tanto a nivel local como internacional.