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Santo Domingo, República Dominicana – En una jornada marcada por la frustración y el desorden, miles de ciudadanos quedaron completamente desamparados tras la suspensión inesperada de los servicios del Metro de Santo Domingo y de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA). La ciudad, ya golpeada por un tránsito caótico, se sumió en una crisis de movilidad que dejó al desnudo la fragilidad del sistema de transporte colectivo.
Desde tempranas horas de la mañana, estaciones del Metro cerradas y paradas de guaguas vacías forzaron a trabajadores, estudiantes y personas de todas las edades a caminar largas distancias o buscar alternativas improvisadas para llegar a sus destinos. El congestionamiento en las vías se agudizó con vehículos privados y motoconchos sobrecargados, mientras el Gobierno no emitía una respuesta inmediata clara sobre la duración de la interrupción.
La falta de planificación para emergencias como esta evidenció la necesidad urgente de un plan B realista. “Nos dejaron solos, sin opciones, sin aviso, como si no fuéramos parte del sistema”, expresó una usuaria afectada en la avenida Máximo Gómez, mientras caminaba con su hijo de la mano hacia su lugar de trabajo.
El caos no solo se vivió en las calles, sino también en redes sociales, donde la indignación colectiva se hizo viral. Imágenes de largas filas, personas caminando en grupo y la desesperación generalizada se convirtieron en el retrato vivo de una ciudad atrapada por su propia dependencia del transporte público.