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Washington apuesta a cortar los negocios ilegales que sostienen a la dictadura venezolana
La Casa Blanca tiene una lectura clara sobre la situación en Venezuela: el régimen de Nicolás Maduro podría colapsar cuando sus socios militares y políticos comprendan que ya no puede garantizar las millonarias ganancias derivadas de los negocios ilícitos que operan bajo la sombra del poder caribeño.
La administración republicana de Donald Trump ha diseñado un plan integral que combina presión económica, diplomática y militar con un objetivo estratégico: proteger la seguridad nacional de Estados Unidos y, al mismo tiempo, acelerar la transición democrática en Venezuela.
Trump endurece la presión: sanciones, recompensas y despliegue militar
El plan de la Casa Blanca está dirigido por el secretario de Estado Marco Rubio, quien delineó la hoja de ruta para enfrentar al régimen de Maduro.
Entre las medidas más contundentes destacan:
- Designación del Cártel de los Soles como organización terrorista internacional, mediante la OFAC del Departamento del Tesoro.
- Recompensa de 50 millones de dólares por información que permita capturar a Nicolás Maduro.
- Despliegue de buques de guerra y más de 6,500 efectivos militares en aguas internacionales frente a las costas de Venezuela.
El Pentágono confirmó que los buques USS San Antonio, USS Fort Lauderdale y USS Iwo Jima, junto a submarinos y aeronaves de reconocimiento, establecerán un cerco marítimo para frenar las operaciones ilegales de narcotráfico, contrabando de petróleo, oro y uranio, además del tráfico de fentanilo y cocaína hacia Estados Unidos.
El Cártel de los Soles: el eje criminal del chavismo
El Cártel de los Soles, liderado por altos mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y con Maduro a la cabeza, se ha consolidado como una de las organizaciones criminales más poderosas del hemisferio.
Según informes de inteligencia, mantiene nexos con:
- FARC y ELN en Colombia
- Cártel de Sinaloa en México
- Hezbollah en Líbano
El aparato represivo de Venezuela —integrado por militares, policías, servicios de inteligencia y civiles armados— sostiene al régimen a cambio de los beneficios de estos negocios ilegales.
Una estrategia con impacto regional
La política de Trump no se limita a Venezuela. También apunta contra los regímenes aliados de Maduro en Cuba (Miguel Díaz-Canel) y Nicaragua (Daniel Ortega), que dependen igualmente de ingresos provenientes del narcotráfico, el contrabando y la corrupción estatal.
“Maduro no escapará a la justicia y será responsable de sus crímenes”, aseguró la fiscal general Pam Bondi al anunciar la recompensa millonaria.
La magnitud de la ofensiva quedó en evidencia al compararse con el pasado: en 2001, Estados Unidos ofreció una recompensa menor por Osama Bin Laden, autor intelectual de los ataques del 11-S.
Escenario de transición: la oposición presiona desde adentro
Con el corte progresivo de las finanzas ilícitas, el régimen de Maduro enfrenta un riesgo creciente de fractura interna.
En ese contexto, líderes opositores como Edmundo González Urrutia y María Corina Machado mantienen como prioridad el fin de la dictadura y el regreso de la democracia en Venezuela.
La reciente extracción de dirigentes opositores refugiados en la embajada argentina en Caracas, ejecutada por Estados Unidos con precisión quirúrgica, evidenció las vulnerabilidades del aparato de inteligencia venezolano y fortaleció la moral de la oposición.
Convergencia de agendas: seguridad de EE.UU. y libertad de Venezuela
Aunque la Casa Blanca tiene como eje principal la protección de su seguridad nacional, los movimientos contra Maduro coinciden con los intereses de la oposición venezolana.
Ambos caminos podrían converger en una transición democrática, siempre y cuando la presión externa y el descontento interno logren quebrar el círculo de poder del chavismo.
Mientras tanto, el cerco militar, financiero y diplomático sigue estrechándose sobre Maduro, en lo que Washington considera una de las batallas clave contra el narcotráfico y el terrorismo internacional en el continente.