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En Rusia, más de 400 bomberos siguen luchando contra un incendio provocado por los restos de un dron ucraniano en la región de Krasnodar, muy cerca del lujoso complejo conocido como el “palacio de Putin”, ubicado a orillas del mar Negro.
Aunque las autoridades aseguran que las llamas no amenazan directamente la propiedad —construcción que el Kremlin niega pertenezca al presidente ruso—, la noticia revive las denuncias de corrupción reveladas en 2021 por el opositor Alexéi Navalny, quien atribuyó a Putin la posesión de esta multimillonaria residencia equipada con viñedos, un estadio de hockey y hasta un casino.
Mientras tanto, en Ucrania, la violencia política golpea con fuerza. El ex presidente del Parlamento y figura clave en la Revolución Naranja y el Maidán, Andriy Parubiy, fue asesinado a tiros este sábado en Leópolis. El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, confirmó el hecho, expresando sus condolencias y asegurando que se emplean “todas las fuerzas y medios” para dar con el responsable.
La policía ucraniana informó que Parubiy, de 54 años, murió en el acto tras recibir múltiples disparos en el distrito de Sykhiv. El Ministerio del Interior y la Fiscalía trabajan junto al Servicio de Seguridad de Ucrania para esclarecer los motivos y dar con el autor del crimen.
Estos dos sucesos, ocurridos en paralelo, refuerzan el clima de inestabilidad en medio de la guerra que desde 2022 enfrenta a Ucrania con Rusia y que ya ha modificado incluso la rutina del propio Vladimir Putin, quien habría dejado de visitar Sochi por temor a los drones ucranianos.
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