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Desde la redacción de Portada Nacional observamos que cada lunes, desde el Palacio Nacional, el presidente de la República ofrece el espacio “La Semanal con la Prensa”. Sin duda, se trata de un ejercicio democrático sin precedentes, que lo coloca de frente a los periodistas para responder inquietudes sobre la gestión gubernamental.
Sin embargo, después de meses —o incluso años— hemos notado que el escenario suele estar ocupado por los mismos comunicadores. Algunos formulan preguntas legítimas en nombre de la ciudadanía, otros aprovechan para levantar cuestionamientos con tintes opositores, y algunos parecen utilizar el espacio solo para alimentar sus medios.
El problema no está en la pluralidad, sino en la frecuencia. Ver al presidente todas las semanas en esta dinámica puede restarle energía y concentración a su labor ejecutiva. Son horas de pie, enfrentando todo tipo de preguntas, acompañado por funcionarios que también dejan sus oficinas y responsabilidades. Información que podría obtenerse directamente en los ministerios termina canalizándose en “La Semanal”, como si fuera la única vía.
Por ello, consideramos oportuno aconsejar al presidente y a su equipo de comunicación: pausar temporalmente este ejercicio o espaciarlo en el tiempo. Así podrá recuperar fuerzas y mantener la figura presidencial fresca, sin desgastarse innecesariamente frente a cuestionamientos que, en muchos casos, no aportan al debate real sobre la gestión pública.
Reconocemos que este mandatario ha demostrado ser uno de los más democráticos que ha tenido el país. Pero la transparencia no debe confundirse con exposición excesiva. Necesitamos a un presidente sano, fuerte y enfocado, porque si se debilita, las malas informaciones se multiplicarán.
En síntesis: “La Semanal con la Prensa” ha sido un acierto, pero quizás sea momento de repensar su formato y su frecuencia, para que no se convierta en un desgaste político más que en una virtud democrática.