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Cincuenta y dos años de espera llegaron a su fin. La Final de la NBA Cup consagró a los New York Knicks como campeones, marcando un hito histórico para la franquicia y devolviendo a Nueva York al lugar que su tradición exige: la cima del baloncesto profesional.
Con esta conquista, los Knicks ingresan a un club selecto, uniéndose a los Los Angeles Lakers y a los Milwaukee Buckscomo los únicos equipos que han logrado alzar este joven pero prestigioso torneo de la Asociación.
Un camino firme hacia la gloria
El recorrido de Nueva York hasta el título fue tan sólido como convincente. En la semifinal del Este, los Knicks impusieron su jerarquía al Orlando Magic, demostrando carácter, cohesión y una madurez competitiva que no se veía en la franquicia desde hace décadas. Fue la confirmación de un equipo hecho para responder bajo presión y en escenarios grandes.
Spurs sorprenden, pero Nueva York manda
Del otro lado del cuadro, el impacto del torneo lo protagonizaron los San Antonio Spurs, autores de la gran sorpresa de la NBA Cup —y posiblemente de toda la temporada— al eliminar en la semifinal del Oeste al vigente campeón de la liga y máximo favorito, el Oklahoma City Thunder.
Un mensaje contundente a toda la NBA
Esta consagración no es solo un trofeo más. Es una declaración de poder. Después de más de medio siglo, Nueva York vuelve a celebrar a lo grande y deja claro que los Knicks ya no son una promesa eterna: hoy son una realidad competitiva, un equipo con identidad, hambre y la capacidad de ganar títulos en los escenarios más exigentes de la NBA.
Nueva York está de vuelta. Y esta vez, llegó para quedarse.
