Editorial | La traición en Senasa y la prueba final de la justicia dominicana

PORTADA NACIONAL RICHARD CABRERA

El escándalo de corrupción destapado en el Seguro Nacional de Salud (Senasa) no es un caso más en el largo historial de irregularidades que han golpeado al Estado dominicano. Es, como bien lo definió el presidente Luis Abinader, una traición. Una traición a la confianza pública, a la institucionalidad y a millones de dominicanos que ven en Senasa un pilar de protección social.

Lo ocurrido no solo desnuda prácticas corruptas dentro de una entidad estratégica, sino que coloca al país frente a una prueba definitiva: demostrar si el discurso de cero impunidad se sostiene cuando el golpe ocurre dentro del propio aparato del poder.

La gravedad del caso no radica únicamente en el monto de los recursos sustraídos, sino en el simbolismo del daño. Senasa es una institución que maneja fondos sensibles, provenientes del esfuerzo colectivo de los afiliados y del Estado. Que estos recursos hayan sido utilizados de manera fraudulenta representa una herida profunda a la credibilidad del sistema.

La respuesta del presidente, al calificar el hecho como una de las situaciones más difíciles de su gobierno, marca una línea clara: no hay espacio para la complacencia ni para la protección política. Sin embargo, las palabras, por sí solas, no bastan. La ciudadanía espera hechos, sanciones ejemplares y la recuperación total de lo robado.

La imposición de 18 meses de prisión preventiva, la declaratoria de caso complejo y las medidas contra los implicados en el denominado Caso Cobra son señales importantes, pero no definitivas. La historia reciente del país ha enseñado que muchos expedientes inician con fuerza y terminan diluyéndose en el tiempo, entre tecnicismos, dilaciones y pactos silenciosos.

Este proceso también revive un debate inevitable: el legado de corrupción acumulado por gobiernos anteriores, especialmente durante las gestiones del Partido de la Liberación Dominicana, encabezadas por Danilo Medina, donde el saqueo del Estado se convirtió en práctica sistemática. Senasa no surge en el vacío; es parte de una estructura que durante años normalizó el abuso del poder y la impunidad.

A esto se suman fenómenos igualmente peligrosos para la estabilidad nacional, como los rumores irresponsables sobre la supuesta quiebra del Banco de Reservas, que buscan sembrar pánico financiero, y episodios de deterioro institucional como los vinculados al Jet Set y otros casos que han erosionado la confianza pública en distintos ámbitos.

El cierre de 2024 deja una enseñanza clara: la lucha contra la corrupción no se gana con discursos, sino con condenas firmes, devoluciones millonarias y funcionarios tras las rejas, sin importar apellidos, cargos o cercanías políticas.

Hoy, más que nunca, la justicia dominicana está bajo la lupa. El país observa. La historia juzgará si este fue el año en que la impunidad empezó a morir… o simplemente cambió de rostro.

Portada Nacional seguirá vigilante. Porque callar también es una forma de traición.