**SANTO DOMINGO** – Hoy, 8 de agosto, se conmemora el 78° aniversario de las devastadoras réplicas que dejaron una huella imborrable en la historia sísmica de la República Dominicana. La tragedia, que el 14 de agosto de 1946 resultó en la muerte de numerosas personas y la destrucción de infraestructuras, sigue siendo un recordatorio de nuestra vulnerabilidad ante los desastres naturales.
El pasado domingo 8, al igual que aquel fatídico día, nos encontramos nuevamente ante una oportunidad para reflexionar sobre nuestra preparación y respuesta ante eventos sísmicos. Sin embargo, la distancia temporal parece haber alimentado una sensación de olvido y complacencia, a pesar de los avances técnicos y reglamentarios realizados en las últimas décadas.
A medida que los años pasan sin un terremoto significativo, surge la falsa sensación de que aún tenemos tiempo para prepararnos. La realidad es que cada día que pasa sin un evento sísmico mayor es una oportunidad más para reforzar nuestras medidas preventivas y de respuesta.
Invitamos a la comunidad a considerar los posibles efectos devastadores de un terremoto en nuestra infraestructura y servicios esenciales. ¿Qué ocurriría si nuestras calles quedaran bloqueadas por el colapso de edificios, puentes y otras estructuras? ¿Cómo responderían nuestras instituciones de socorro en un escenario de desastre de gran magnitud?
Históricamente, la Isla Hispaniola ha sido escenario de terremotos destructivos, como el que destruyó ciudades en 1562. La pregunta crucial es si nuestras edificaciones y servicios vitales estarían preparados para enfrentar un evento similar en la actualidad. A pesar de los avances en otros países afectados frecuentemente por terremotos, como Japón y Chile, nuestra nación aún muestra una actitud de indiferencia que podría resultar fatal.
Es esencial que la República Dominicana no siga observando los desastres en otros países con la esperanza de que el nuestro no llegará. Debemos iniciar una campaña seria de prevención y evaluación de vulnerabilidades en nuestras obras y prioridades fundamentales, como hospitales, escuelas, y puentes. Solo con una preparación adecuada podemos garantizar la preservación de vidas y propiedades en caso de un terremoto futuro.
No permitamos que la indiferencia siga siendo nuestra respuesta a una amenaza tan grave. Actuemos ahora para evitar que la historia se repita de manera trágica. ¡Aún tenemos tiempo, pero debemos actuar con urgencia y responsabilidad!