A tres meses de los primeros focos de incendio registrados en la región de la Chiquitanía, Bolivia enfrenta una crisis medioambiental sin precedentes. Se estima que el fuego ha devastado cuatro millones de hectáreas en todo el país, con más de tres millones afectando el departamento de Santa Cruz.
Rubén Sánchez, representante del Control Social del municipio de Concepción, informó que en 90 días de incendios, más de 300 comunidades han sido impactadas solo en su jurisdicción. Palmarito, Monte Verde y Candelaria se encuentran entre las áreas más afectadas, donde más de 300,000 hectáreas han sido consumidas por las llamas. Pese a los esfuerzos de brigadas locales e internacionales, la falta de maquinaria, equipos y recursos humanos ha dificultado el control del fuego.
El desastre también se extiende a otras regiones del oriente boliviano, donde el fuego sigue propagándose, empeorado por la expansión del humo. En protesta por la ineficiencia del gobierno en gestionar la crisis, indígenas del municipio de Pailón realizaron una marcha de cinco días hacia Santa Cruz de la Sierra, recorriendo 55 kilómetros. Exigen acciones contundentes para proteger la vida de las comunidades y los ecosistemas devastados.
Marcial Fabricano, líder histórico de los pueblos indígenas de la Amazonía y el chaco boliviano, expresó su frustración ante la inacción del gobierno. «Estamos aquí para defender la vida, no solo la nuestra, sino la de miles de millones de seres que han sido destruidos por el fuego», declaró. Según Fabricano, las autoridades han mostrado un desinterés preocupante por la protección de las comunidades y su entorno.
La situación en la Chiquitanía es crítica, y las voces que piden una intervención urgente se multiplican a medida que el fuego continúa devastando vastas áreas de territorio boliviano.