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POR:CÉSAR DALMASÍ
El autor es periodista
Es bien sabido que el gobierno hace gran esfuerzo por garantizar los niveles de seguridad aceptables a la población, lo que se verifica en el seguimiento muy de cerca que el mismo presidente da con la policía, las fuerzas armadas y los demás organismos de seguridad, por igual el empeño que muestra el primer mandatario en lograr una reforma amplia, profusa y profunda de la policía nacional, entre otros aspectos.
Por igual en la actualidad no se le da tregua a la delincuencia en todos los órdenes y especialmente al raterismo, particularmente a esa delincuencia callejera que tanto preocupa a la gente, claro que hay otros niveles de delincuencia aquella llamada de cuello blanco, a la que también habrá de tomarse en cuenta.
No es secreto que a pesar de las tantas debilidades que aún tenemos como país nación, nuestra juventud tiene muchas oportunidades de formarse; pero tristemente tenemos un gran flagelo al que hay que prestar urgente atención y es que debido a la situación haitiana, existe en el seno de nuestro país la República Dominicana, una gran cantidad de haitianos delincuentes y bandas peligrosas que se han apoderado de sectores y barriadas, implantado el miedo en la población.
Realmente no estoy exagerando, esos grupos de malhechores su modus vivendi es a base de atracos, robos y crímenes cometidos por delincuentes haitianos que en su mayoría, por no decir la totalidad, viven en nuestro país sin llenar ningún requisito de ley; por lo que urge que se le preste especial atención a estos grupos de haitianos que reiteramos, se han adueñado prácticamente de sectores, barrios y comunidades, imponiendo el terror y muerte en los mismos.
Sectores como el llamado Hoyo de Friusa en Bávaro, la zona de San Bartolo, sector de Santo Domingo Este, así como muchas comunidades pertenecientes a varias de nuestras Poblaciones fronterizas, en éstos lugares las quejas son frecuentes en donde los haitianos que se han dedicado a delinquir están de su cuenta y eso no puede continuar así, las autoridades tienen que emplearse a fondo para garantizar la seguridad de los dominicanos ante la acción delictiva de estos extranjeros.
Podemos ver cómo nuestras principales vías han sido tomadas por nacionales haitianos; el colmo es que en la avenida 27 de febrero que es la principal vía del Distrito Nacional, en el reloj del famoso Boulevard de dicha avenida, ahí vive un haitiano (justo hace dos días a la fecha de esta publicación, que lo pude ver bañándose en plena vía pública) a la vista de las autoridades y de todo el mundo y ninguna autoridad toma carta en el asunto; tristemente estos facinerosos están convirtiendo a toda la República Dominicana en un gran estercolero, ya que defecan en cualquier lugar, además de que se tornan violentos.
Basta con echar una ojeada a la prensa nacional y observaremos cantidad de casos de haitianos que han segado la vida de sus empleadores, incluso muchos de esos haitianos han estado viviendo años juntos con sus víctimas y en el menor descuido de su empleador y protector, estos delincuentes le quitan la vida de manera inmisericorde, muchos de los cuales son casos espeluznantes.
Los sucesos más recientes han ocurrido en Pedernales, Azua, en San José de las Matas de Santiago, entre otros más; pero también esos mismos grupos de haitianos están depredando nuestros bosques, nuestros parques nacionales, tal es el caso de las Dunas de Baní, Parque Nacional Jaragua, el Parque Nacional los Haitises, entre otros, definitivamente que las deportaciones deben continuar pero con más fuerza y sin temor mi pavor.