Hacinamiento, tuberculosis y violencia: la crisis silenciosa que golpea las cárceles de Ecuador

El sistema penitenciario ecuatoriano atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente, marcado por hacinamiento extremo, brotes de tuberculosis y una violencia persistente que sigue cobrando vidas dentro y fuera de los centros de reclusión. Los hechos registrados en las últimas semanas reflejan un escenario de colapso institucional, con escasa información oficial y una crisis sanitaria que agrava la ya frágil situación de miles de privados de libertad.

Muertes por asfixia y explosiones: señales de un sistema desbordado

El pasado 9 de noviembre, al menos 30 personas privadas de libertad murieron por presunta asfixia en una cárcel del sur del país, en un hecho que estremeció a la opinión pública y encendió las alarmas sobre las condiciones internas de los centros penitenciarios. Sin embargo, lejos de tratarse de un episodio aislado, un mes después se registraron otras 13 muertes tras la explosión de un artefacto en las inmediaciones del mismo complejo carcelario, evidenciando la persistencia de la violencia incluso en zonas bajo resguardo estatal.

Las autoridades ofrecieron información limitada sobre ambos sucesos, lo que alimentó la incertidumbre entre familiares de los reclusos y organizaciones de derechos humanos, que exigen investigaciones independientes y transparencia.

Tuberculosis: la amenaza que avanza entre rejas

A la violencia se suma una grave crisis sanitaria, con reportes de fallecimientos por tuberculosis, especialmente en la Penitenciaría del Litoral, el mayor centro penitenciario del país. Médicos y defensores de derechos humanos advierten que el hacinamiento, la falta de ventilación, la escasez de medicamentos y la atención médica insuficiente crean el caldo de cultivo perfecto para la propagación de enfermedades infecciosas.

La tuberculosis, una enfermedad prevenible y tratable, se ha convertido en una sentencia de muerte para internos que no reciben diagnóstico ni tratamiento oportunos, lo que también representa un riesgo para el personal penitenciario y las comunidades cercanas.

Tres denominadores comunes: silencio, enfermedad y violencia

Los distintos episodios registrados comparten tres factores clave:

1. Poca información oficial, que dificulta la rendición de cuentas.
2. Una crisis sanitaria profunda, que se agrava día a día.
3. Violencia estructural, vinculada al control de bandas criminales y a la falta de control efectivo del Estado.

Mientras el Gobierno anuncia operativos y estados de excepción, la realidad dentro de las cárceles sigue marcada por el abandono, y el número de víctimas continúa en aumento. Organismos nacionales e internacionales insisten en que sin reformas estructurales urgentes, la crisis penitenciaria de Ecuador seguirá siendo una bomba de tiempo con consecuencias humanas irreparables.