República Dominicana deberá rascarse con sus propias uñas para enfrentar la inmigración ilegal haitiana, y no esperar un milagro de Trump

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Teófilo Abreu

Quienes han estado soñando conque el próximo gobierno de Donald Trump podría ser un aliado y ayudar a República Dominicana, en sus esfuerzos por enfrentar la desbordante inmigración ilegal haitiana, deberán despertar de ese sueño, porque no existen señales de que pudiera ser una realidad.

Es que en la agenda del presidente electo de Estados Unidos no está ni ha estado nunca este caso que tanto preocupa a los dominicanos, como tampoco lo ha estado en la agenda del actual gobierno,  que encabeza el presidente Joe Biden, cuya ayuda a Haití ha sido insignificante.

Apenas US$100 millones de dólares es la ayuda que el pasado mes de septiembre anunció el gobierno de Biden, a través del secretario de Estado, Antony blinkin, para apoyar fuerza internacional que lucha contra las bandas terroristas en ese empobrecido país, encabezada por un contingente de policías kenianos.

Es cierto que durante la pasada campaña presidencial, una de las acciones enarboladas por Trump fue enfrentar la inmigración ilegal, con deportaciones masivas, algo que ha sido aplaudido por muchos dominicanos, que respaldan deportación de haitianos indocumentados emprendida por el gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader.

Hay que recordar, además, que el senador republicano por La Florida, Marco Rubio, recién designado por Trump como secretario de Estado de su gobierno, había denunciado que el presidente Biden trataba de presionar para que el gobierno dominicano aceptara tres millones de inmigrantes haitianos.

Nada de esto constituye una señal de que el gobierno de Trumo, que tomará posesión el 20  de enero del próximo año, podría apoyar las acciones emprendidas por las autoridades dominicanas, dirigidas a repatriar 10,000 haitianos indocumentados por semana.

De acuerdo a informaciones de la Dirección General de Migración, hasta el pasado mes de octubre, de este plan habían sido repatriados 40,223 extranjeros al vecino país.

¿Pero cuántos de esa cantidad han retornado nuevamente a territorio dominicano? ¿Cuántos ingresan diariamente a este país, sin que las autoridades puedan tener ningún control?

Diariamente, de acuerdo a denuncias de ciudadanos residentes en comunidades cercanas a las provincias fronterizas, observan cruzar frente a sus narices decenas de indocumentados haitianos que, no se sabe de qué forma, ingresan al país, aún cuando  las autoridades se ufanan en afirmar que la frontera está cerrada.

Desde autobuses, camionetas, carros, motocicletas y hasta vehículos conducidos por militares han sido vistos repletos de haitianos y dirigirse a diferentes  localidades.

Y la complicidad de militares en este trasiego ilegal de extranjeros ha sido confirmada por las propias autoridades, que han sorprendido y apresado a miembros de los cuerpos armados en esas acciones, lo que significa que se trata de un problema mucho más difícil de resolver.

Algunos países latinoamericanos han expresado su respaldo al derecho soberano de las autoridades dominicanas, de deportar a todo extranjero en condición de ilegal, aunque otros, en menor proporción, se han manifestado en contra, aduciendo la situación de crisis que vive Haití.

Lo que sí está claro es que este es un problema que tendrá que ser enfrentado  por las autoridades y el pueblo dominicanos, sin esperar apoyo o respaldo ni de Trump ni de ningún otro gobernante país. 

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