“Likes que matan: la nueva cara invisible de la violencia en República Dominicana”

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La violencia digital  en el país   ha salido de control y está causando estragos.

Por Ángel Puello

¿Puede un emoji herirte? ¿Un comentario en Facebook, X u otra red social puede destruir tu autoestima? ¿Una imagen viral puede arruinar tu vida? En República Dominicana, la respuesta, lamentablemente, es . En un mundo dominado por pantallas, redes sociales y publicaciones instantáneas, ha nacido una forma de violencia silenciosa, pero brutal: la violencia digital.

No deja moretones visibles, pero deja cicatrices emocionales profundas. No se grita, pero se reproduce con cada “compartir”. No requiere fuerza física, pero puede destruir reputaciones, carreras y hasta vidas. Es la violencia del siglo XXI. Y está aquí, entre nosotros, creciendo sin control en cada lugar de nuestro país.

¿Qué es la violencia digital?

La violencia digital es cualquier acto de agresión que se ejerce mediante plataformas digitales. Puede ser verbal, visual, psicológica, sexual o económica, y se manifiesta a través de redes sociales, mensajería instantánea, foros, correos electrónicos o cualquier medio digital.

Este tipo de violencia incluye:

  • Ciberacoso (insultos, burlas, amenazas constantes)
  • Difusión de imágenes íntimas sin consentimiento
  • Suplantación de identidad
  • Comentarios machistas, racistas o discriminatorios
  • Exposición pública de menores
  • Hostigamiento digital coordinado (linchamientos virtuales)

Y aunque muchos aún lo subestiman, su impacto es devastador.

¿Cómo se manifiesta en República Dominicana?

La República Dominicana no es ajena a esta nueva forma de agresión. De hecho, se ha vuelto un terreno fértil para casos virales de violencia digital. Algunos ejemplos recientes lo confirman:

  • El caso de una joven estudiante universitaria que fue acosada y humillada públicamente en redes tras difundirse, sin consentimiento, un video íntimo que había compartido en confianza. Terminó abandonando su carrera por la presión social y la burla.
  • Años atrás, una destacada artista denunció públicamente cómo fue víctima de campañas de descrédito sistemático por su posición política, revelando cómo la violencia digital es usada como arma de intimidación ideológica.
  • Numerosas figuras públicas y privadas, desde comunicadores hasta influencers, politicos y funcionarios públicos han sido blanco de linchamientos digitales orquestados por cuentas falsas o “troll centers”, generando ansiedad, ataques de pánico y daños psicológicos.
  • Casos de menores de edad expuestos por sus propios padres o por terceros, con fotos virales que terminan en páginas internacionales sin control, constituyendo una grave violación de su derecho a la privacidad.

Esta violencia es más común de lo que creemos, pero sus consecuencias apenas comienzan a comprenderse.

Consecuencias psicológicas y sociales

Las víctimas de violencia digital sufren una variedad de efectos psicológicos:

  • Ansiedad y estrés crónico
  • Pérdida de autoestima
  • Depresión
  • Aislamiento social
  • Trastornos alimenticios
  • Ideación o intentos suicidas

Además, a nivel social, las consecuencias pueden ser igual de severas:

  • Daño a la reputación
  • Exclusión educativa o laboral
  • Rompimiento familiar
  • Cancelación social injusta

En muchos casos, la víctima es doblemente afectada: primero por el agresor digital, y luego por una sociedad que juzga sin saber, comparte sin pensar, y se burla sin medir las consecuencias.

Muchos afectados por violencia digital en República Dominicana han tenido que recurrir a los tribunales para demandar a los responsables de propagar noticias falsas o comentarios maliciosos. Esto se debe a que, en el ecosistema digital, el silencio muchas veces se interpreta como culpabilidad, bajo el dicho popular de “el que calla, otorga”. Aunque en algunos casos ignorar ciertos ataques puede ser una estrategia válida para no alimentar la polémica o dar visibilidad al agresor, hay situaciones en las que guardar silencio puede costar la reputación o incluso la seguridad. Es fundamental saber cuándo no responder al odio, y cuándo, por el contrario, se debe actuar con firmeza, ya sea denunciando públicamente, desmintiendo con pruebas, o emprendiendo acciones legales. Especialmente cuando se trata de difamación, ataques a menores, suplantación de identidad o difusión de contenidos íntimos reales o manipulados con inteligencia artificial, el silencio no debe ser una opción.

¿Cómo se combate?

Combatir la violencia digital requiere acción multinivel y urgente:

  1. Legislación actualizada: Aunque existen leyes sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología, se necesita actualizar y ampliar el marco legal para tipificar con mayor claridad la violencia digital, incluyendo perspectiva de género, niñez y derechos humanos. Pero se le debe poner atencion a la forma de actualización de estas leyes para que cualquier gobierno de turno no  utilice la misma para ejercer un control de los contenidos en los medios digitales.
  2. Educación digital desde las escuelas: Alfabetizar digitalmente a niños y adolescentes no solo en el uso de herramientas tecnológicas, sino en ética, responsabilidad, y prevención del acoso virtual.
  3. Protocolos de denuncia ágiles y protección real: Muchas víctimas no denuncian por miedo o por falta de confianza en el sistema. Las autoridades deben garantizar anonimato, seguimiento psicológico y medidas de protección.
  4. Responsabilidad de las plataformas digitales: Redes como Facebook, X, Instagram y TikTok deben responder con mayor rigor al discurso de odio, las amenazas y el acoso, estableciendo filtros preventivos y canales de denuncia efectivos.
  5. Campañas nacionales de concienciación: Urge una cruzada mediática que sensibilice a la población sobre el daño de la violencia digital. Lo que hoy compartes por “checha” o «rating», mañana podría ser una tragedia irreversible.

En la era digital, todos somos potenciales víctimas o victimarios. La violencia digital no discrimina edad, sexo ni estatus social. Su poder radica en el anonimato, la viralidad y la impunidad.

Como sociedad, debemos despertar. No se trata solo de regular el uso de las redes, sino de reeducar nuestras emociones, nuestro lenguaje, nuestra empatía. No podemos seguir normalizando el odio en línea como parte del “entretenimiento” ni disfrazar el acoso como “opinión”.

República Dominicana necesita dar un paso al frente. Esta nueva violencia no es virtual. Es real. Y mata.
Mata sueños, reputaciones, carreras… y a veces, también mata personas.

La próxima vez que vayas a compartir un meme, un video íntimo o un chisme en redes, pregúntate:
¿Estoy siendo parte del problema? ¿O parte de la solución?

Ángel Puello – Productor, Comunicador, estratega social y defensor de la cultura digital responsable.

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