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Por Luis Aníbal Medrano S.
Partiendo del accionar reiterado de la llamada oposición política dominicana, se puede colegir que tales movimientos mediáticos están cargados de un alto y mal disimulado grado de desesperación, lo que se refleja en el matiz cantinflesco de sus pronunciamientos al querer denotar el comportamiento del gobierno en lo relativo al compromiso ineludible de solucionar los problemas nacionales, precisamente, heredados de los flamantes gobiernos anteriores que no lo solucionaron y que la actual gestión trata afanosamente de hacerlo.
Se pecaría de exagerado si plasmamos en este espacio la aseveración de que la gestión presidencial del tocayo Luis Abinader Corona va a solucionar los grandes problemas nacionales que datan de varias décadas; lo que sí podemos aseverar es que se pone todo el empeño suficiente y sincero para por lo menos aminorarlos, a pesar de las dificultades iniciales de su primera gestión y los avatares internacionales que inciden en la merma de respuestas programadas, no permitiendo que se alcancen las metas.
De lo que sí estamos seguros es de que, por primera vez en la historia republicana dominicana, un gobernante asume con valentía la correcta continuidad del Estado y viene concluyendo obras abandonadas por lustros, que la irresponsabilidad política de gobiernos anteriores dejó de lado su culminación, por revanchismo, por insensatez o por otras causas que solo hicieron daño al erario, cosa que es bochornosa desde cualquier óptica que se observe.
La segunda gestión presidencial de Luis Abinader está embarcada en la construcción de grandes proyectos de diferentes índoles que definitivamente tiene temblando a la oposición rancia, que busca defectos al gobierno hasta debajo de la piedra del rincón más apartado e inhóspito del país. Ellos saben lo que les espera; ellos saben el resultado de cientos de obras que estarán listas antes de finalizar este segundo mandato del Partido Revolucionario Moderno encabezado por el economista, bien dotado de materia gris, presidente constitucional.
No tendrán escapatoria al avasallamiento electoral que sufrirán cuando esas obras en ejecución distribuidas en todo el territorio nacional sean finalizadas y entregadas a las respectivas comunidades que les corresponda; estarán desarmados, no podrán abrir la boca, se les caerá el muñeco.
Entendemos que ellos están ejerciendo el papel que la democracia les asigna, eso es correcto, pero muchas veces, es tan evidente el desespero que le embarga, que hasta el más simple de los mortales, el ser con menor capacidad de discernimiento lógico, deduce que es un puro y simple “gadejo” de la oposición, que solo trata de justificar su existencia, existencia que le será ratificada en los comicios del 2028 por la hueste perremeista que sin duda alguna será conducida por su próximo presidente Luis Rodolfo Abinader Corona.
Todo lo anterior, junto a la compactación de las fuerzas vivas de la organización y sus aliados tradicionales y vigentes, garantiza que los desalojados del poder permanecerán fuera del gobierno, fuera de los poderes del Estado; el pueblo que los conoce no lo dejará pasar al ver el resultado positivo de las gestiones gubernamentales de un hombre comprometido con mejorar de manera sustanciosa la calidad de vida de todos los dominicanos.
Aprobado…
El autor es periodista, municipalista y político.