José Osvaldo Cuevas, un hombre cuya mirada ahora parece inerte y vacía, se ha convertido en el símbolo de una tragedia desgarradora. Se dice que quitar la vida a otra persona rompe el alma en pedazos y te aleja de tu humanidad. Para Osvaldo, esto se ha materializado de la manera más brutal, no solo al acabar con la vida de su pareja, Eduarda Díaz, sino al mutilarla, meter su cuerpo en una bolsa y esconderla, dejando a tres hijos huérfanos y una familia devastada. Eduarda, que además estaba embarazada, tenía solo 36 años.
La mirada de Osvaldo, vacía y carente de significado, refleja un alejamiento de su condición humana, actuando de manera brutal y sin compasión. El cuerpo de la víctima, desmembrado, fue encontrado el 25 de mayo en unos matorrales del sector La Conga de Ingenio Nuevo, gracias a la confesión del propio Osvaldo, quien llevó a las autoridades al lugar.
Ahora, tres hijos y toda una familia esperan a que el cuerpo de Eduarda Díaz sea reunido completamente para poder darle un entierro cristiano. Mientras tanto, el asesino se enfrentará a un juicio en el que se pedirá la máxima pena, buscando justicia por un acto que ha conmocionado a la comunidad y dejado una marca imborrable en todos los que conocieron a la víctima.
La brutalidad de este crimen y la pérdida irreparable de Eduarda Díaz resaltan la urgencia de combatir la violencia de género y proteger a las víctimas, asegurando que actos tan atroces no queden impunes y que las familias afectadas encuentren algo de paz en medio de su dolor.