Tormenta Melissa. ¿Prevención real o puro espectáculo municipal?

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 Por: Darío Carvajal Ureña,

Consultor en desarrollo institucional y automatización con IA

La tormenta tropical Melissa dejó más que agua en las calles del Gran Santo Domingo: expuso, una vez más, las grietas profundas de nuestra gestión municipal. En redes sociales, la ciudadanía fue clara: mientras algunos alcaldes mostraban botas y capas frente a las cámaras, los barrios se inundaban sin piedad. ¿Fue Melissa un fenómeno natural inevitable o simplemente otro episodio donde la prevención fue más discurso que acción?

Las voces en plataformas digitales pintaron un retrato sin filtros. En municipios como Santo Domingo Este, los residentes denunciaron aguas estancadas por días, cañadas sin limpiar y drenajes colapsados. El enojo creció cuando vieron al alcalde Dío Astacio posando sonriente bajo la lluvia, generando la percepción de que se priorizó la imagen sobre la solución. Para muchos, esa actitud fue casi una burla frente al sufrimiento real de familias atrapadas en el nagua.

En contraste, el Distrito Nacional fue citado como ejemplo de lo que sí se debe hacer. Usuarios en X/Twitter y Facebook reconocieron el trabajo preventivo de limpieza de cañadas por parte de la alcaldía de Carolina Mejía, destacando que zonas históricamente vulnerables no sufrieron mayores estragos. ¿Coincidencia? No. Gestión anticipada y planificación sí hacen la diferencia.

En Santo Domingo Norte, también se repitieron críticas sobre la falta de mantenimiento en drenajes y cañadas del norte del municipio, especialmente en sectores como Guaricanos y Sabana Perdida. Este contraste entre reacción y prevención reflejó que, aunque hubo esfuerzo operativo, la planificación a largo plazo sigue siendo la gran deuda en SDN.

Pero la pregunta central persiste: ¿por qué en pleno 2025, cada lluvia fuerte convierte la ciudad en un caos? La ciudadanía no quiere más excusas. No basta con publicar boletines o grabarse en operativos después del desastre. La prevención se demuestra con obras visibles, drenajes funcionales y coordinación real con comunidades.

Las redes sociales no olvidan. Y tras Melissa, el juicio digital fue tajante: se premió el trabajo silencioso y se castigó el protagonismo vacío. La tormenta dejó claro que necesitamos municipios resilientes, no solo buenos publicistas.

Melissa fue un espejo incómodo. Nos mostró alcaldías que actúan con visión… y otras que solo reaccionan. La lección está sobre la mesa: los próximos aguaceros no preguntarán si ya aprendimos.

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