POR CÉSAR DALMASÍ
Ahora que el mundo cristiano está concentrado en las actividades propias de la Semana Santa, es bueno que nos detengamos un poco a analizar las profundidades antropológicas y espirituales del individuo por vía de las celebraciones litúrgicas y a través del insondable misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo Jesús.
Filósofos, antropólogos, humanistas, sociólogos , religiosos y científicos en varias áreas han analizado a profundidad la realidad de la naturaleza humana, que si se nace malo o bueno, que el ser humano es malo o bueno por naturaleza, que el ser humano se hace malo o bueno a través de su experiencia social y gregaria entre muchos más conceptos; pero lo cierto es que sin importar cualquiera de las posiciones que usted adopte, el ser humano es eso que conocemos y vivimos a diario en nuestra experiencia social con los demás.
Sé que lo anterior no satisface porque igual yo estoy insatisfecho, sin embargo existe una poderosa y extraordinaria fuerza que impulsa al ser humano a tomar el camino del bien o el camino del mal; recordemos que el llamado Nous desde la definición de Platón lo vemos por un lado como la inteligencia o intelecto y por otro lado lo podemos ver como esa trascendencia muchas veces inextricable ( Dije inextricable) del cenit espiritual que alguien pudiera alcanzar en algún momento, o sea, usted elige cuál camino tomar, porque visto desde la creación, el ser humano fue dotado por su hacedor de inteligencia y por vía de consecuencia conoce lo bueno como lo malo y su libertad absoluta y particular le permite transitar por donde más le plazca.
Eso analizado desde el punto de vista teórico y filosófico; porque si analizamos la profundidad humana desde el punto de vista cristiano, ya eso es otra cosa, debido a que muy bien lo dice la palabra de Dios en del Génesis 1/26-27 Dijo Dios, “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” y en otro pasaje bíblico dice que hizo al hombre un poco menos que los ángeles, de manera que desde su mismo origen la esencia humana es buena, porque así Dios lo hizo, a lo que yo particularmente me acojo.
Sin embargo el mismo Pablo decía que hacía lo malo y no lo bueno, no porque él así lo quisiera sino por lo que habitaba en él, refiriéndose espiritualmente a lo que había entrado en su corazón; pero también los especialistas de la conducta humana hablan de los llamados combatientes internos del individuo, en tanto la toma de decisiones se refiere, por eso el individuo está en un constante proceso de decidir, decido aquello o esto, eso vale para todos los actos humanos, así por ejemplo usted antes de leer mi artículo, primero decidió si lo leía o no y así para todas las cosas.
Entonces todo lo dicho en los párrafos anteriores, nos lleva a la toma de consciencia y nos hace saber que siempre estamos conviviendo con un Judas a nuestro lado (Estoy haciendo un símil entre los Judas de hoy y aquel Judas Iscariote que traicionó e hizo que maten a Jesús) o sea, en todo nuestro entorno social y en nuestra convivencia como seres humanos siempre hay junto a nosotros un Judas, en nuestros compañeros de estudios, en los grupos profesionales, en los gremios en donde el egocentrismo, las trapisondas y el engaño están a la orden del día y quizás el peor de los casos lo encontramos en nuestro entorno laboral en donde tenemos a ese Judas que lleno de envidia y sentimientos bajos nos traiciona con la mentira inventando cosas en contra de uno, llevando mentiras, fabulaciones, orquestando y sacando a flote todo lo sucio y podrido que tiene en su corazón.
Si piensas un poco verás cuál o cuáles son los Judas que tienes a tu alrededor, aquellos que comen y comparten contigo, te abrazan, se ríen y conviven a tu lado, pero no desaprovechan la más mínima oportunidad para darte el beso de la traición y lo hace porque por su corazón putrefacto, maldito y venenoso no le permite ser un Jesús, sí Jesús, porque todos podemos ser o un Judas o un Jesús, depende hacia donde decidamos caminar, como ya dije en un párrafo anterior.
Pero por la libertad que nos proveyó el creado o somos Jesús o somos Judas, pero lo peor es que el Judas o los Judas que siempre tenemos a nuestro lado creen que el otro no sabe quién es, como el mismo Jesús que sabía perfectamente que iba a ser traicionado y por quién, de la misma manera uno sabe cuál es ese Judas que no le importa venderte por unas pocas monedas representadas en el salario que le pagan en su empleo, trabajo u oficio, porque muchos para garantizar posiciones, ascensos, reconocimientos y estar en “BUENAS” con el jefe no sólo traicionan a su compañero de trabajo, sino que para lograr su propósito son capaces de venderle su alma al mismo Leviatán, no sabiendo que tarde o temprano quienes irán al mismo averno son ellos precisamente por su acción contraria a todo lo que es bueno, sano y de Dios.
Jesús siempre estuvo claro de quienes eran sus verdugos y estoy seguro que tú al igual que yo y todos los demás sabemos quiénes son los Judas que a diario conviven con nosotros, pero te invito a que continúes hacia adelante y que no te detengas por nada, que algún día conversarás con tu Judas y será como aquella conversación que aparece en el evangelio de Lucas entre el rico, Abraham y Lázaro, en donde el rico le pedía a Abraham que por favor le enviara a Lázaro que se mojara la punta de su dedo en agua para refrescar su lengua, porque las llamas del averno lo devoraban. Por eso te digo, no seas Judas que un día morirás y entonces irás a la Gehena eterna y no habrá forma de mojarte la lengua con agua debido al abismo que separa a uno y otro.
Así que ahora en Semana Santa y siempre, decídete a ser Jesús y no a ser Judas, déjate traicionar y no traiciones, ama y no odies, bendices y no maldigas, sé fiel y no traiciones; sé humilde y no soberbio y orgulloso, sé sincero y no falso, si eso decides vivirás en paz y las puertas del báratro se te cerrarán por y para siempre.